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Era el mes de noviembre de 2007. Recibí una llamada teléfonica de una querida amiga de la que hacía tiempo no tenía noticias. Entre sollozos me dijo que había sido madre pero que el recién nacido tenía una malformación  de tubo digestivo. Era un grumo de tejidos sin paso de luz por lo que era imposible que pudiera alimentarse. Llegué al hospital y fue a la incubadora donde se encontraba el neonato. Parecía que el bebé intuía que le iba a ayudar y enseguida abrió sus brazos para que pudiera situar mis manos , para darle Reiki, delicadamente sobre su cuerpecito todo lleno de tubos para poderlo mantener en vida. Estuve yendo diariamente para que pudiera recibir su ayudita de Reiki y le ayudara a que el tratamiento que le estaban dando pudiera resultar más efectivo. El niño, a pesar de los pronósticos de los médicos, salió adelante y ha estado creciendo con buena salud. En julio de este año 2020, habíamos salido del confinamiento y recibo nuevamente la llamada de mi amiga, la madre del bebé ahora convertido en un joven adolescente. Ahora la situación fué diferente. El chico tenía un joven cachorro de perro que al visitarle un amigo le mordió lo cual causó un cuadro de ansiedad en nuestro querido joven. Esta vez Reiki también dió su ayuda para equilibrar y vencer este momento de emociones dificiles. Reiki nos asiste desde el nacimiento y durante toda la vida.

Jos Gayá

 

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